Incertidumbre política en Japón tras la pérdida de la mayoría de la coalición gobernante en la Cámara Alta

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La coalición gobernante de Japón, encabezada por el conservador Partido Liberal Demócrata (PLD) y su socio Komeito, sufrió una contundente derrota en las elecciones parciales a la Cámara Alta, perdiendo la mayoría legislativa en esa instancia. Este resultado, esperado por muchos analistas, representa un nuevo golpe para el primer ministro Shigeru Ishiba, quien, pese a la magnitud del retroceso electoral, ha anunciado que no renunciará y continuará al frente del Gobierno japonés.

Las elecciones se llevaron a cabo en un ambiente de creciente descontento social debido al elevado costo de vida, la dirección de la política migratoria y la difícil relación comercial con Estados Unidos. Estos aspectos se evidenciaron claramente en las votaciones, donde los electores decidieron sancionar a la coalición gobernante, que solo consiguió 47 de los 125 asientos en juego.

Un liderazgo deteriorado después de recientes derrotas en el parlamento

Con este resultado, el número total de escaños de la coalición se reduce a 122, insuficiente para conservar la mayoría en una cámara compuesta por 248 miembros. Esta pérdida se suma a la registrada en octubre pasado, cuando el PLD también cedió su mayoría en la Cámara Baja, la instancia legislativa más poderosa del país. A pesar de esa situación, Ishiba logró mantenerse en el poder gracias a acuerdos internos, aunque su liderazgo ha quedado visiblemente erosionado.

El jefe del Gobierno ha admitido la seriedad de la situación actual. En sus declaraciones iniciales después de que se cerraran las urnas, expresó que continuará en su puesto con la promesa de enfrentar “los retos del país” y prevenir el “bloqueo político”. No obstante, no detalló qué tipo de acuerdos o respaldos intentará conseguir para restaurar la gobernabilidad en un contexto que lo obliga a dialogar con partidos opositores para lograr la aprobación de cualquier medida legislativa.

Aumenta la presión tanto interna como externa sobre el Gobierno

En las dos cámaras, la ausencia de mayorías coloca a Ishiba bajo intensa presión, tanto de la oposición como de su propio partido. Dentro del PLD, podrían surgir voces en desacuerdo que traten de presionarlo para que dimita en los meses venideros, continuando con un patrón que ya se ha observado anteriormente. No sería algo novedoso: los tres últimos primeros ministros del PLD que perdieron la mayoría en la Cámara Alta dimitieron en menos de dos meses.

El clima político no beneficia al líder de Gobierno. La economía japonesa está experimentando un período de intensa presión debido a la inflación, lo cual ha impactado especialmente en productos esenciales como el arroz, afectando a sectores importantes de la sociedad. Asimismo, las discusiones sobre aranceles con Estados Unidos están en un momento delicado. La nación asiática tiene que responder antes del 1 de agosto a la advertencia del presidente Donald Trump, quien amenaza con aplicar un 25% en aranceles a las importaciones japonesas si no se alcanza un acuerdo comercial favorable.

Ishiba ha expresado su intención de sostener conversaciones directas con el mandatario estadounidense para lograr avances “visibles”, aunque no ha detallado aún la estrategia diplomática que adoptará ni las medidas internas que implementará para proteger al sector exportador japonés.

La oposición gana terreno y planea acciones parlamentarias

El Partido Democrático Constitucional, principal fuerza opositora, salió fortalecido de estos comicios al obtener 22 escaños y posicionarse como el segundo grupo más representado en esta renovación parcial. Su líder, Ihiko Noda, declaró que evalúa impulsar una moción de confianza para forzar la salida del primer ministro, al considerar que el Ejecutivo ha perdido el respaldo ciudadano.

El ascenso de fuerzas emergentes como Sanseito también ha marcado la jornada electoral. Este partido populista de extrema derecha, con un discurso nacionalista y antiinmigración, ha conseguido canalizar parte del descontento social, especialmente entre los votantes jóvenes, preocupados por la falta de oportunidades económicas en un país que envejece rápidamente.

Las iniciativas planteadas por el Gobierno, que se enfocan en la reducción de impuestos y la regulación de la inmigración, no consiguieron el efecto deseado. De hecho, han sido interpretadas como un intento fallido de emular la táctica de confrontación de Sanseito. Esta táctica, en lugar de consolidar al partido en el poder, ha permitido la aparición de nuevas voces que apoyan posiciones más extremas.

Un futuro político marcado por la incertidumbre

Japón se adentra ahora en un periodo de incertidumbre institucional. La fragilidad del Ejecutivo obliga a redefinir alianzas parlamentarias y pone a prueba la capacidad de negociación del primer ministro. Su continuidad en el cargo depende no solo del respaldo de sus aliados, sino también de la tolerancia de una ciudadanía cada vez más exigente con sus gobernantes.

A pesar de los reveses, el PLD continúa siendo la fuerza política predominante del país, aunque con una base cada vez más inestable. El desafío inmediato de Ishiba será evitar una crisis de gobernabilidad que paralice la agenda legislativa y reactive el ciclo de rotación de líderes al que Japón ha estado acostumbrado durante décadas.

El resultado de estas elecciones envía un mensaje inequívoco del electorado: la ciudadanía exige soluciones tangibles frente a los problemas económicos y una mayor claridad en el ámbito político. La habilidad del Gobierno actual para entender y actuar conforme a este mandato determinará la dirección política del país en los meses venideros.